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Temporada 8 Al Aire - Episodio 1 Ela Minus

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Tenemos Que Hablar del show de Junior Zamora ‘Joyitas del Barrio’

Foto del escritor: Sebastián Narváez NúñezSebastián Narváez Núñez

Actualizado: hace 4 días

El Teatro Municipal Enrique Buenaventura de Cali vivió una de las noches más contundentes para la música colombiana contemporánea, una descarga de creatividad, con más de 40 personas en escena, una obsesión meticulosa por los detalles y una narrativa que resignifica la narrativa del barrio, ya no como esa cosa marginal y violenta, sino como un espacio de resiliencia, vulnerabilidad y orgullo. 

Es una noche atípica la de este 19 de noviembre en Cali. La brisa de las cuatro de la tarde que usualmente refresca el ambiente, a estas alturas de la noche se siente como un frío sin sentido en un lugar tropical como la Sucursal del Cielo. Afuera del Teatro Municipal llueve mientras adentro la emoción y los nervios parecen no encontrar escampadero. La selección Colombia pierde contra Ecuador, mientras los ganadores de la noche, aún sin disputar su encuentro con el público, repasan milimétricamente cada entrada, cada detalle, cada movimiento.


La idea que se planteó desde principio del año como un show único, especial y memorable, que ha sido el trabajo de meses, está a punto de materializarse. 



Ha pasado apenas un mes desde que Junior Zamora sacó al aire ‘Joyas del Barrio’, su segundo disco de estudio y el primero firmado por una major como Sony. A inicios de 2024 fue escogido como el artista radar de Spotify y de un tiempo para acá ha venido chuleando las principales plazas de la música nacional: Rock al Parque, Estéreo Picnic, el Teatro Julio Mario Santodomingo, el Galeras Rock, el Movistar Arena, entre muchos otros espacios en los que su música ha impactado en lo visual, lo estético, lo poético y lo performático. Sin embargo este del 19 de noviembre, según él mismo, es su primer show. 



Pasadas las ocho de la noche, luego de los tres timbrazos metálicos repicando en el teatro que anuncian el tercer llamado, las luces finalmente se apagaron y crecieron como un nido de pájaros los chiflidos en el público. Hubo silencio durante minutos. Hubo gritos…“Dios te bendiga Junior”, decía uno (recurrente en sus shows, al parecer). “Te amo Junior”, decían otros. Finalmente unos sintetizadores empiezan a generar tensión y entonces: 


“En el nombre del padre, del hijo, del espíritu santo, amén”. Una oración proyectada en la pantalla iniciaba esta ceremonia distinta, única y profundamente simbólica por todo lo que significaba estar en el mismo escenario en el que se presentaba hace más de una década en un concurso de bandas con Alto Volúmen, su primera familia musical.

Todo en ese show comunicaba y de ahí el nivel de detalle obsesivo que acompaña a Junior y la pandilla: todo ese crew que esta noche suman unas cuarenta personas más o menos y que meticulosamente se han encargado de recibir a la gente con tres maniquíes en el lobby del teatro, con la personificación de algunos de sus alter egos, que además han sido obra de Emily Art, la persona encargada de narrar ese Jay transgresor y difícil de ignorar con su top de anillas de bebida en lata que aparece en el video de “Vallado 3”, o juguetón con los estereotipos de sexualidad con su manga sisa de punto cadeneta y bermudas bordadas coloridas, o el sex simbol de truza apretada transparentoza y jeans vaqueros hechos de retazos de otros jeans. 

Luego de eso la frase “Pa qué oro si acá somos joyas” estilizado en un neón brillante debajo de las escaleras que auguraban ese encuentro con ese barrio ya no visto desde la hostilidad, el amarillismo y esa violencia que se ha instaurado en el subconsciente social de lo inseguro. Todo lo contrario. Esta noche, este lugar es el hogar de un barrio resiliente, uno que se narra desde la fragilidad, el amor, la fiesta, la crónica descriptiva de la esquina, sin desconocer su historia, pero reconstruyendo el significado del barrio global que es uno en Bogotá, otro en el Vallado, otro en París, otro en San Cristóbal y otro en Sao Paulo, pero al final en todos suenan más duro los talentos que las balas perdidas, o por lo menos es hacia donde quiere apuntar la lupa este hijo del distrito de Aguablanca en Cali.


Cualquier intento por describir esta noche no solo sería un spoiler para quienes vayan a vivir esta experiencia a futuro, sino que también se queda corto ante la imponente apuesta del equipo que está haciendo esto posible: desde la técnica encargada de luces atmosféricas, pasando por la logística que de momento convirtió el escenario en la intimidad de la sala de la casa de Junior; hasta los ingenieros y camarógrafos encargados de crear un diálogo a través de las pantallas, encima de la tarima y entre el público, lxs bailarines cuya sensibilidad se transmitía en cada movimiento abrupto, en cada intención de huída o agradecimiento, en cada abrazo y plegaria al cielo. También hay que mencionar a Lil Keren, Sara Acero, Alexis Play, Mc Tita, Branbel, La S y Luva23, joyitas del barrio de ayer y de hoy, vieja escuela y sangre nueva que han alimentado el quehacer creativo del hombre de la noche y quienes a su vez han visto en él al profe, mentor y visionario de su entorno. Y cómo no mencionar a los integrantes de Alto Volúmen, comandados por Mulatho en el piano interpretando sentidamente ”Tus migajas”, nuevamente en el lugar que los acogió hace una década y que hoy cierra de alguna manera el ciclo para abrir otro más grande. 




Hubo tiempo hasta para cambiar la alineación de la banda y que asumiera la comandancia desde la batería, su primer instrumento, y sin embargo no fue sino hasta la hora y cuarto de show, donde vestido completamente de blanco, casi como un ángel (y así lo gritaron desde el público), hizo una pausa para saludar, para agradecer y para dejar que la emocionalidad desanudara en su garganta y en sus ojos el llanto, un llanto seguido de una lista de agradecimientos que terminó dirigiéndose a su familia y creando un diálogo desde la tarima hacia el palco en el que se encontraban todos mientras coyunturalmente los acordes acompañaban su canción “Gracias”, con una especie de coro góspel que alcanzaba a resonar en todo el teatro.




Fue poético ver cómo esta apuesta de ´Joyas del Barrio’ resultaba en un ejercicio vivo que hacía justicia no solo al trasegar de Junior Zamora del Vallado al Teatro Municipal y a tantos escenarios que ya ha conquistado, sino que también deja ver que en un mundo tan saturado de información, detenerse a escoger cada frase, cada visual, cada audio, cada oración que se iba construyendo como interludios mientras se cambiaba cinco veces de ropa, finalmente importa, porque es en los detalles que se construyen recuerdos memorables y el de esta noche es uno que difícilmente se borrará de la mente de aquellos que estuvimos allí, como audiencia, como crew, como artistas, como cantante. Al final y como dice en “Ojo de tigre”, la canción con la que cerró la noche…“Prometo ser mucho más que un cantante” y esa promesa se cumplió durante cada segundo que transcurrió y demostró su versatilidad no solo de estilos y ritmos en los que se monta, sino en los roles que juega dentro y fuera de la tarima. 



Larga vida a esta y todas las ‘Joyas del barrio’ que terca, pero decididamente se enfrentan al sueño de vivir de la música con todo lo que esto pese, con todas las dificultades que se establezcan, pero con la determinación de hacer algo más que solo música, narrar una historia que motive, que acompañe y que abrace como lo hace la suya. 




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