Un monte con nombre de mujer para repensar la noche: la historia de Monte Olimpa
- Sebastián Narváez Núñez
- 10 oct
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 14 oct
A un año de su lanzamiento, con dos fases que aseguran su sostenibilidad y un premio internacional que valida la importancia de su iniciativa, Monte Olimpa se propone como un proyecto vanguardista y visionario que procura el bienestar en la noche cultural, como una excusa para reflexionar y mejorar nuestra relación con la fiesta.

La noche en Cali es un ritual de peregrinación sagrado hacia la pista de baile. Su relación con el baile y la salsa es tan profunda, que casi podría decirse que es la fe que profesan, que ante el guaguancó se rinden y en la clave y la campana confían. Uno se da cuenta de que es la capital mundial de la salsa, por lo que retumba en cada esquina de esta, que además es la Sucursal del Cielo, pero además no exagero cuando digo que su amor por la salsa es obsesivo, devocional y religioso. Basta con cruzar la puerta de La Topa Tolondra, uno de sus bailaderos por excelencia, para encontrarse con una última cena intervenida que apunta todas sus miradas a la pista. En el centro, Ismael Rivera, a su izquierda, Joe Arroyo, y a su derecha, Celia Cruz; también están en ese cónclave rumbero: Óscar de León, el poeta de la salsa Rubén Bládes, Pat Quintana, Piper Pimienta, Pete El Conde Rodríguez, Frankie Dante, Héctor Lavoe, Cheo Feliciano, Chivirico Dávila y Ángel Canales.
A excepción de “La Guarachera de Cuba”, todos hombres, al igual que muchos de los coleccionistas y melómanos que abundan en Cali y que son las biblias vivas que han mantenido en Cali el misticismo de la salsa, como si esta ciudad calurosa, tropical y biodiversa, fuera al mismo tiempo embajada, museo vivo, paisaje histórico y caja fuerte de documentación y memoria del fenómeno musical que revolucionó lo latino ante el mundo entre las décadas de los 70s y 80s.Sin embargo, aunque plagada su historia de hombres endiosados, en Cali sí han existido mujeres míticas que sin tener una presencia en tarima han trascendido en la historia por su amor a la canción, al disco, al coleccionismo, a la fiesta, la música y la noche: Olimpa Solano.
La de Olimpa, que falleció a los 102 años, es una historia de entrega y amor profundo a la música. Su colección no solo es una de las más grandes de acetatos de Cali, sino que guarda también las historias de cómo se fue armando, vinilo a vinilo, una biblioteca que involucró en su momento sacar decenas de discos de 78 RPM entre sus faldas largas en el Puerto de Buenaventura, hasta luego fundar en Dagua El Trapiche, un bailadero que funcionó hasta 1958 y el cual frecuentaban figuras como Petronio Álvarez y Tito Cortés. Un lugar para rendir homenaje a su mandre Celia Libreros a quien le heredó la pasión por la música.
Hablar de Olimpa Solano es vital para entender la iniciativa de Monte Olimpa, un proyecto dirigido por Alejandra Gómez, directora de proyectos con enfoque social, creativo y territorial con BICHE y aparte de eso filósofa, booker, gestora cultural y DJ; y Juanita Carvajal, bajista, compositora, cantante, profesora de música y de negocios de la música y productora.
En este contexto y como parte de una nueva generación de selectoras, DJs y coleccionistas, Monte Olimpa se erige como una iniciativa que busca desmantelar la idea de la mitología griega de ser el hogar de los dioses, para convertirse en un espacio cuyo fin es visibilizar, formar y generar oportunidades dignas para nuevos grupos de mujeres y disidencias de género dentro de la industria, luchando contra las estructuras patriarcales, racistas y capitalistas de la industria.
Monte Olimpa destruye los mitos y los convierte en hitos de realidad y transformación social, en el que a través de varias fases, talleres, conocimiento técnico , mujeres de Cali y recientemente también de Bogotá y Medellín donde esta cofradía que celebra todas las identidades y diversidades de la vida nocturna en la que se sientan representadas y respaldadas en sus intereses las DJs, selectoras y melómanas de todos los géneros que forman parte de la dos fases que ya acumula esta iniciativa que empezó en 2024 gracias al fondo Save The Night de Jägermeister.
Para entender cómo un proyecto que apuesta por la educación, la técnica, la salud mental, los espacios seguros para mujeres, personas feminizadas, trans y no binarias, puede salvar la noche, hablamos con Alejandra Gómez y Juanita Carvajal, para que nos contaran más de este proyecto que desde su inicio se propone como una iniciativa que busca transformar la cultura y la vida nocturna desde una perspectiva de cuidado, prevención y acción.

La historia de Monte Olimpa no se puede comprender sin el primer detonante que fue Night Embassy by Jägermeister, un evento que durante finales de 2023 celebró la visión de la noche desde tres colectivos artísticos que resaltaban el valor de las escenas urbanas, electrónicas y tropicales. ¿Cómo se relaciona todo esto con el resultado que luego sería Monte Olimpa?
Alejandra Gómez: Mi rol en Night Embassy fue ser la mentora de la escena tropical de Bogotá. Night Embassy by Jägermeister fue un evento que, como otros en el mundo, seleccionó escenas representativas de la vida nocturna. Yo seleccioné a PopUpArt y las acompañé en la curaduría, promoviendo debates críticos sobre la escena. De allí salieron los “Relatos del Trópico Sabanero”, un pilar fundamental de Night Embassy que celebra el trópico en medio de una capital fría como Bogotá. Una experiencia que materializa los relatos y paisajes desde diferentes disciplicas artísticas, que vincularon la comida con un Sancocho Colectivo con 33 Recetas, la Esquinita Cholombiana que fue una exposición transmedia de Sabotaje Media, performances de baile sonidero, un Circuito del Cuerpo inspirado en la cumbia rebajada por parte del colectivo Incendiarios y música a cargo de Gato e´ Monte, Frente Cumbiero, Mula con la participación de Carmen Tea y Cheetah Latina como selectoras 100% de vinilos.
Casi que en simultáneo a la producción y planeación de Night Embassy surge esta opción de aplicar a un fondo global de Jägermeister que se llama Save The Night. Cuéntame un poco cómo todo esto termina siendo el detonante principal de Monte Olimpa.
Alejandra Gómez: Save The Night es un fondo social de Jägermeister cuyo objetivo es el impacto social y no la venta de botellas. La consigna fue muy clara: "proponnos un proyecto para salvar la noche". Si nadie me hubiera hecho esa pregunta, si nadie me hubiera dicho cómo crees tú que podrías salvar la noche, "pues yo no respondo Monte Olimpa".
Este es un caso atípico porque finalmente lo que se busca no es la venta de producto sino mejorar la relación de los consumidores con el mismo. Que una marca ponga por encima estas iniciativas para salvar la noche, sobre la estrategia de mercadeo para vender más, habla mucho del impacto social que esto pueda llegar a tener.
Alejandra Gómez: Yo creo que están siendo muy inteligentes. La marca es una empresa familiar, lo que les permite mantener una "sensatez y sensibilidad" que se pierde en las grandes corporaciones. Ellos saben que las nuevas generaciones están consumiendo menos alcohol y no quieren que se les recuerde como "el licor con el que la gente busca destruirse”. Saben que si no se montan a salvar la noche, a cuidar a la gente y a hablar de consumo responsable, la gente igual va a dejar de consumir, como se ve en las tendencias. Por lo tanto, deciden ser el aliado y no el problema. El fondo Save The Night de Jägermeister es un fondo social donde el resultado que buscan es el impacto social y no la venta de productos.

¿Cómo se estructuró la idea inicial de Monte Olimpa tras ganar la financiación y en qué consistió la primera fase del proyecto en Cali?
Alejandra: Yo tenía la "verborrea narrativa", veía la necesidad y la solución. Juanita Carvajal y Juana del Mar fueron fundamentales para ayudarme a aterrizar esa idea.
Juanita Carvajal: Nos sentamos a escribir la idea, lo que requirió muchas noches de hablar y reflexionar y filosofar. Fue como ser el piloto de una serie. Tuvimos que montar la presentación en tiempo récord y me acuerdo que nos anunciaron que habíamos ganado justo el día de la fiesta de Night Embassy by Jägermeister.
Alejandra Gómez: La primera fase con 15 participantes se enfocó en lo técnico, el espacio y el tiempo. Para mí era vital tener la privacidad de un espacio para practicar sin presión, superando el pánico escénico. Queríamos que las participantes ganaran "soltura mecánica" porque si no tienen un mixer o tornamesas en casa, ¿cómo van a practicar?.
Juanita Carvajal: El gran aprendizaje fue la inmensa necesidad de comunidad que existía. Vimos resultados inmediatos en ellas: tuvieron un impacto en la depresión que vivían algunas, otras estaban enfrentadas a situaciones de explotación laboral, y otras que empezaron a ver un cambio en la estructura de sus propuestas.
Hablemos de la concepción de la noche. ¿Por qué es tan importante para la sociedad colombiana, pero al mismo tiempo está tan satanizada?
Alejandra Gómez: La noche es el espacio donde "se rompe la cuadrícula" en la que habitamos de día, permitiendo una gran libertad. Sin embargo, se ha creado una dicotomía en la que se excluye la reflexión del baile. Las ideas que surgen a las cuatro de la mañana, que son supremamente creativas y son supremamente críticas, muchas veces solo se quedan ahí. Esto genera una desconexión, por ejemplo, en debates como el tropicanibalismo, donde los intelectuales de la Nacional y los rumberos de Teusaquillo están hablando de lo mismo, pero no se dan cuenta porque no se reflexiona en la fiesta o no trascienden esas reflexiones o simplemente no confluyen.
Juanita Carvajal: Yo siento que hemos perdido la noción de lo importante que es la noche culturalmente. La economía nocturna representa aproximadamente el 12.5% de la economía del país, y Cali sola aporta el 4.5%, casi la mitad. A pesar de ser tan importante, hay un estigma social y una satanización, además de inseguridad e informalidad. ¿Cómo no vamos a cuidar algo tan importante?

La segunda fase de Monte Olimpa se centra en expandir el modelo exitoso de Cali a Medellín y Bogotá, mientras se fortalece y continúa el trabajo en Cali. También se propone la creación del Directorio Nacional de Espacios Seguros, que es una tarea compleja pero profundamente necesaria de cara a lo que nos espera a futuro.
Alejandra Gómez: Sí, a nosotras nos interesa la responsabilidad que eso conlleva: hablar de seguridad, protocolos y salud mental. El gran reto es la informalidad. La mayoría de los lugares no tienen protocolos funcionales para manejar escenarios como sobredosis, ataques de pánico o un abuso sexual. Esto sucede constantemente. No podemos esperar a que las tragedias ocurran solo en grandes festivales; si algo pasa en una fiesta pequeña, el organizador es responsable y se trata de generar una prevención frente a eso, no esperar a cuando ocurra algo sino saber cómo manejarlo desde antes. Para esta fase, aprovechamos la financiación para contratar a expertos (no somos doctoras, ni psiquiatras) que puedan discutir estos temas en nuestro sector para generar protocolos funcionales, afectando positivamente incluso a grupos de 50 o 500 personas.
Finalmente, Monte Olimpa fue nominado y ganó el premio City Music como mejor iniciativa de la economía nocturna, un reconocimiento que las pone en el radar internacional. ¿Qué representa este logro y qué puertas abre para el proyecto?
Alejandra: Honestamente, yo creo que fue muy accidental. Yo postulé el proyecto después de haber estado expuesta a la organización y admirarlos profundamente. Finalmente quedamos nominadas y competimos contra alcaldías europeas con presupuestos gigantescos, lo cual no tiene ningún sentido, pero agradezco que podamos estar a la altura de esas otras iniciativas con presupuestos gigantescos.
Estos premios son importantes porque se centran en cómo la música impacta la ciudad y las comunidades. El evento reúne a una gente muy especial: secretarios de cultura, directores de fundaciones. Es un evento que pertenece más al mundo social que a la industria musical, y la gente que está ahí tiene el acceso a la plata para financiar y está buscando activamente proyectos de impacto social para invertir. La nominación valida que la "red sí se puede hacer efectiva", permitiendo que una DJ de salsa de un barrio popular de Cali, por ejemplo, pueda ir a tocar a Cuba, financiada por una marca alemana.
La segunda y tercera fase de Monte Olimpa se llevarán a cabo entre Bogotá, Medellín y Cali. Sigue a Monte Olimpa y entérate de convocatorias, actividades y todo loq ue hace parte de esta iniciativa aquí.

