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Temporada 8 Al Aire - Episodio 6 | 2AT

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La Muchacha e Ignacio María Gomez: dos voces, un mismo latido latinoamericano

  • Foto del escritor: Sudakas
    Sudakas
  • 28 oct
  • 9 Min. de lectura

En tiempos convulsos como los que vivimos hoy en día, la esperanza, aquello intangible a lo que nos aferramos, se suele ver fragmentada por un paisaje caótico que nos satura entre conflictos armados, crisis ambientales, nulidad ética y empática. Sin embargo en medio de la confusión, la incertidumbre y la inestabilidad, el arte siempre se ha mostrado como un refugio, un lugar de remanso en el cual nuestros pensamientos encuentren la abstracción, donde recurrimos a una obra que nos invite a contemplar, una música que arrulle el alma, un poema que siembre algo de ternura y detone en nosotros como humanidad una visión ya no fatalista, sino ojalá esperanzadora, digna y fuerte para enfrentar la realidad cruda, cruel y desalmada que nos hostiga y nos rompe cada día. 


A propósito de la gira "Un mismo latido" del artista argentino Ignacio María Gómez por tierras colombianas, en las que visitará Bogotá, Medellín y Cali, y en la que realizará también una residencia artística en el estudio Antera junto a La Muchacha, quisimos hablar con ambos artistas sobre la identidad que nos une en tiempos donde todo nos divide, los sonidos que resuenan en ellos dentro de lo afro, lo indígena y lo andino, la conexión entre la música y la esperanza y la espiritualidad y la empatía como actos de resistencia. 


La Muchacha e Ignacio María Gómez | Cortesía de los artistas
La Muchacha e Ignacio María Gómez | Cortesía de los artistas

A partir del nombre de la gira que es “Un mismo Latido”, y aprovechando que la música los ha llevado a ambos por muchos lugares de Latinoamérica, quisiera arrancar por saber ¿qué es eso que ambos pueden definir como un rasgo común de este continente y de su gente? ¿Qué es lo que nos hace únicos y nos encuentra en un mismo latido?


La Muchacha: Yo siento que es la cordillera. La cordillera es como un ombligo gigante que nos tiene atravesados desde Colombia hasta Argentina. Y entonces Ignacio y yo somos cordillerunos, ¿no? Como que somos montañeros y al fin y al cabo siento que eso es como lo que lo que nos conecta en este encuentro. Yo ya llevaba escuchando a Ignacio harto rato y me parece muy linda la vida que te pongan las personas que admiras y que escuchas como a tu lado y a disposición para crear cosas. Pero sí creo que eso es puro efecto cordillera, la verdad.

Ignacio María Gómez: Principalmente, pienso que es en parte de la hispanidad. Fuimos todos hijos del colonizador, que nos impuso una lengua, y gracias a esa lengua podemos comunicarnos en la diversidad que existe. La hispanidad llegó y de alguna forma sí unió más a la gente en esa cultura latina que compartimos todos, que tiene un poco de afro también, y que en cada lugar se diferencia básicamente por las naciones indígenas que estaban en el lugar. Cada acento viene en realidad del acento de la lengua originaria. Claro que el afro también mete su flow, y a veces el lenguaje se ha modificado gracias a lenguas bantú o guineanas o angoleñas. Otra cosa en común es la hospitalidad, la humildad. Hay muchos valores que resaltan, como la riqueza humana, la humildad, la generosidad y la hospitalidad que tenemos todos los pueblos latinoamericanos. Después de vivir en Europa unos años, me doy cuenta de la riqueza que tenemos.


Hablemos un poco de la residencia que lleva este mismo nombre y que bautiza la gira, ¿qué expectativas tienen en estos momentos de sus carreras frente a la creación y a la juntanza?


LM: Más que expectativas, creo que a mí lo que me interesa es que nos conozcamos, que intimemos en un espacio de creación. No me interesa tener normas, ni maneras, ni fórmula, sino que vaya fluyendo de pronto a través del juego. Eso me gustaría mucho: que nos sentemos a jugar, a poner un sonido y que el otro ponga otro, y así armar como collage y cosas, pero todo como muy espontáneo. Creo que la espontaneidad es lo que más me interesa atravesar en el encuentro, sin importar si hay resultados o no. Lo chimba es enfocarnos en el momento en el que estamos y en el momento en el que nos juntamos, y con las preguntas que nos hace el mundo. Entonces, como chévere también hacer al menos catarsis en colectivo, entre todos, de todo lo que nos está pasando y encontrarnos ahí, charlar de eso y mirar si sale música; si no, pues estamos super abiertas y abiertos a entregarnos a la deriva. Creo que es una deriva linda, una deriva pertinente.



Esta gira que pasará por Bogotá el 31 de Octubre, Medellín el 5 de noviembre y Cali el 8 de Noviembre , propone un diálogo entre lo afrolatino y lo andino. Dentro de los referentes que habitan su propia raíz, ¿cómo ha sido su exploración personal con lo andino y lo afro, que se comparte tanto en Colombia como en Argentina, qué rescatan ustedes de ese folclor más tradicional?


LM: Bueno, tengo harta referencia. Empezando por la maestra Nidia Góngora, Canalón de Timbiquí, Semblanzas del Río Guapi, los Gaiteros de Ovejas que me encantan, la Niña Emilia, Martina Camargo desde lo afro, y desde lo andino como Luz Marina Posada, que es una cantora hermosa. Toda esa línea de música ecuatoriana de Los Errantes, escucho mucho a Luzmila Carpio, por ejemplo, Inti-Illimani, mucha corriente de Chile: Violeta Parra, Víctor Jara, La Banda Conmoción, que es increíble.


Me encuentro también con que hay que acercarse con mucho respeto a las corrientes que son específicamente parte de ciertas culturas, no porque estemos segregadas, sino porque el respeto es muy importante para no caer en unos lugares de extractivismo y de apropiación que no está bien. Son ritmos que están en nuestra sangre, pero sabiendo que crecimos en otro espacio, en el interior del país, donde a veces no tenemos tanto contacto con esa diversidad. Entonces creo que tenemos que tener un respeto y un cuidado, y entender los mensajes tan claros que da esa música y que alimenta a los nuestros, los que nosotros estamos construyendo. Es una música muy mágica, muy maravillosa. Espero que la gente simplemente se disfrute el concierto, que no encerremos esto en unos géneros y en una corriente, sino que esto es música. Música desde lo humano, desde lo orgánico, desde la curiosidad. Y pues nada, con mucho cariño y mucho respeto para todo el que quiera escuchar, toda la que quiera escuchar. 


IMG: Mi experticia viene más desde las percusiones mandinga. Para mí, la fusión es entre lo latino y lo de África del Oeste, lo mandinga. Esa es una música muy específica. Puedo mencionar a Famuconate, Mama y Keita, Fodé Bangoura, Dama Dramé, y para mí Aruna Dembelé es un dios. Son intérpretes de la música tradicional del antiguo imperio Mandinga, lo que hoy es Mali, Guinea, Burkina Faso y parte de Senegal y Costa de Marfil. Es la música de la kora, el balafón y las percusiones, un mundo que no terminas de estudiar jamás y que ha sobrevivido a todo.


Otra gran influencia es el currulao de Colombia. Cuando estuve allí, me enamoré profundamente de esa música. Estuve en Timbiquí intercambiando con el maestro Balanta, un gran marimbero, un brujo con un toque milimétrico. También me influenció mucho la música brasileña: la samba, el pagode, su forma de cantar tan dulce y relajada. Así ha sido más o menos mi recorrido: Colombia, Brasil y Guinea son las capitales musicales para mí.



En momentos tan hostiles, angustiantes e inciertos como los que habitamos, ¿qué es eso que los motiva a sembrar esperanza en su música y en sus canciones, para que crezcan y florezcan, ojalá, en un mundo mejor?


LM: Siento que siempre me devuelve la fe el colectivo: mi familia, mi pareja, mis amigas, el público, la gente que me escucha. Es el confiar en la humanidad, aunque sea irrisorio. Lo que más me da fe es la misma humanidad y la tierra, por la resiliencia que tiene ante los abusos de la humanidad. La tierra me enseña a agachar la cabeza y entender que somos muy pequeños y que nada de lo que está pasando va a significar nada para el universo.


Estoy tratando de cultivar ese colectivo, de cuidarlo, sobre todo ser responsable con la idea de que mis decisiones afectan a los otros. Ahorita, que estuve en el Festival de la Tigra, eso fue una luz para la fe. Eso me da a entender por qué estoy aquí, por qué hago lo que hago. Ver iniciativas locales, como la orquesta La Bellecera, con los niños creando desde lugares hermosos y genuinos, es lo que necesito, todo lo que está bien. Y empezar a trabajar con la tierra también un montón. Creo que es tiempo de preguntarse por las semillas, por el alimento, por la tenencia de la tierra, por el trabajo campesino. Estoy como en otra vuelta, y eso también me motiva y me da fe de ir mirando cosas en medio de tanto mierdero


IMG: Está muy cabrón, la verdad. Cada vez tengo menos esperanza. Siento que el error viene de tan atrás que lo único que existen son parches para tapar el error de base. La humanidad se fue por las ramas, y para sostener esa filosofía de vida hay que parchar y parchar. El problema principal es querer dominar y extraer recursos de la naturaleza, en lugar de ser parte de ella. Por eso hoy los valores indígenas resaltan tanto, porque el modelo de vida occidental está caducando; la tierra no da para ese estilo de vida. El arte puede concientizar. Mi arte tiene algo político en el sentido de que no quiero usar solo el español para expresarme. Además, sé que las cosas ya se han dicho mil veces; no siento la necesidad de volver a decirlo todo. El cambio más grande está en uno mismo, en cambiar el estilo de vida. En el arte, yo dedicaría mi aporte a resaltar las naciones indígenas de Latinoamérica y las culturas africanas, esas que no tuvieron el poder de decidir el destino de la humanidad porque perdieron una guerra. Me dedicaría a resaltar esas otras culturas para ver si así nos va mejor, porque con esta nos va tan mal.


La música que ambos hacen es reflejo de lo que los rodea y la canción latinoamericana por más poética siempre ha sido muy crítica y muy consciente del presente, cómo habitar este momento desde otros lugares, cómo evocar esa colectividad, esa ternura, esa resistencia y esa empatía que tanto nos falta?


LM: Yo creo que la espiritualidad es una gran herramienta para sostenerse en medio de todo esto. Acudo mucho a eso para entender cómo potenciar las cosas que estoy haciendo, porque si no creyera en eso, sería impostado, más transable, más superficial. Hay que creer, y siento que fortalecer el espíritu para soportar esto es muy importante. Acordarse del misticismo, de los ancestros, del silencio, prender una vela, que tu mamá te eche la bendición... Aferrarse a esas cosas que nutren el espíritu es lo que me da fortaleza para entender todo lo que está pasando y saber qué puedo hacer desde mi lugar. El espíritu se rompe cada 5 segundos, especialmente viendo pantallas, scroleando la miseria y el dolor. Por eso hay que limpiarse espiritualmente, "echarle una barriguita al espíritu" de vez en cuando, desentelarañarlo, revolcarlo, preguntarse por él. Que el cuerpo coma bien y esté sano para que el espíritu se mantenga, porque enfermos tampoco podemos hacer nada. La templanza espiritual es la más necesaria para este momento.


IMG: Para mí sí existe una tendencia natural en el ser humano de ser tierno y ser generoso. Siento que la acción a tomar es simplemente visibilizar y aprender: aprender una lengua indígena, aprender un arte y practicarlo. Todos aprendemos del otro con el que convivimos. Si quisieras ser un buen colombiano tendrías un trabajísimo: deberías poder hablar cogí, poder tocar y bailar un currulao. Lo mismo aplica para Argentina, un territorio inmenso.


Para mí la acción es aprender de las naciones indígenas, aprender de modos de vida distintos que conviven con uno. Aprender algo del arte de la diáspora africana y del arte indígena, que son los que saben cómo vivir en este territorio de manera sostenible y durable. Son los que saben usar las plantas de acá, los que tienen el verdadero nombre de las plantas. Desde el arte o la gestión cultural, es visibilizar: hay que meter en el cuerpo esa herencia. Si no quieres que muera el currulao, tienes que aprenderlo e interpretarlo, porque se pasa de piel en piel, de voz en voz. No basta con grabarlo y guardarlo en una biblioteca, porque ahí está inerte; tiene que reproducirse y viajar entre cuerpo y cuerpo. Lo mismo con el canto indígena y las artes africanas. Hay que ponernos todos a la práctica, aprender cosas nuevas. Yo aprendí un currulao, me desenvolví en eso, me dio un espíritu, una forma de expresar algo mío que estaba dentro de mí. Y así lo deberían hacer todos. O desde la gestión, ir con el abuelito indígena, entrevistarlo, que se conozca su palabra, su canto, revalorizar y descolonizar nuestro cerebro.

La Muchacha Isabel e Ignacio María Gómez se presentan el 31 de octubre en el Teatro Colsubsidio de Bogotá y el 8 de noviembre en el Nuevo Teatro San Fernando de Cali.


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